CÁPSULA JURÍDICA POLICIAL -La Nueva Policía Dominicana: ¿Un Uniforme Sin Alma?

Joaquincito Bocio Familia. 

La reciente "renovación" de la Policía Nacional Dominicana, con su flamante uniforme y aparente cambio de imagen, ha generado un sinfín de expectativas. Sin embargo, más allá de la superficie, surge una preocupación creciente: ¿es esta transformación meramente estética, una fachada que esconde la ausencia de un plan protocolar robusto y un fuero policial que realmente ampare la delicada y crucial labor del uniformado?

La impresión general es que nos encontramos ante una "nueva policía" solo de nombre y vestimenta. Se ha invertido en la apariencia, sí, pero parece que se ha dejado de lado lo fundamental: la estructura interna que define y protege la actuación del agente en las calles. Un uniforme, por muy moderno que sea, no puede por sí solo infundir respeto, garantizar la correcta aplicación de la ley, ni salvaguardar la integridad de quienes la hacen cumplir.

La falta de un plan protocolar claro y exhaustivo deja a los agentes en un limbo de incertidumbre. En el día a día, enfrentan situaciones complejas y de alto riesgo que requieren decisiones rápidas y apegadas a la ley. Sin directrices claras sobre cómo proceder en escenarios diversos —desde un simple arresto hasta una intervención en una manifestación—, el policía queda expuesto a la improvisación, el error y, lo que es peor, la arbitrariedad. Esto no solo afecta la efectividad de su labor, sino que también erosiona la confianza del ciudadano en la institución. Una policía sin protocolos definidos es una policía vulnerable a la crítica y, en última instancia, ineficaz.

A esto se suma la ausencia de un verdadero fuero policial. Es decir, un marco legal que reconozca la particularidad de la función policial y que otorgue a los agentes la protección necesaria para ejercer su autoridad sin temor a represalias infundadas o procesos judiciales que los dejen en la indefensión. La actividad estatal que ejerce el uniformado es única: implica el uso legítimo de la fuerza, la restricción de la libertad y la exposición constante a situaciones de peligro. Si el policía no se siente respaldado por un sistema que entienda y proteja esa especificidad, ¿cómo podemos esperar que actúe con la determinación y la confianza que la sociedad le exige?

La percepción es que el policía, en su esfuerzo por mantener el orden y combatir el crimen, se encuentra a menudo desamparado. Si un agente teme ser acusado injustamente o verse envuelto en largos y costosos litigios por el simple hecho de cumplir con su deber, su capacidad para actuar con firmeza y decisión se verá mermada. Esto, a su vez, genera un ambiente de desmotivación y desconfianza dentro de la propia institución, afectando directamente la seguridad ciudadana.

En definitiva, la "nueva policía" dominicana, con su flamante uniforme, parece ser una promesa a medio cumplir. Para que la transformación sea genuina y efectiva, es imperativo ir más allá de la superficie. Se necesita urgentemente la implementación de planes protocolares detallados y una revisión profunda del fuero policial que garantice la protección y el respaldo legal que nuestros agentes merecen y necesitan para cumplir con su vital misión. De lo contrario, seguiremos teniendo una policía que, por muy moderna que luzca, carece de la verdadera estructura y el propósito que requiere una institución pilar de la democracia y la seguridad.


¿Todavía estamos a tiempo?

¿Cree usted que esta falta de prever un protocolo y fuero policial efectivo puede ser corregida? ¿Aún estamos a tiempo para pensar seriamente en estas dos herramientas esenciales? La respuesta no debe ser objeto de espera tardía.


Joaquincito Bocio Familia
Maestro en Seguridad y Defensa Nacional



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