Cada año, millones de personas en el mundo se toman un momento para honrar a sus padres, figuras que, desde el silencio o la acción, marcan profundamente el curso de nuestras vidas. Sin embargo, pocos conocen el origen de esta celebración tan significativa.
El Día del Padre, tal como lo conocemos hoy, nació en los Estados Unidos a principios del siglo XX. La historia comienza con Sonora Smart Dodd, una mujer de Spokane, Washington, que en 1909 propuso la idea de rendir homenaje a su padre, William Jackson Smart, un veterano de guerra que quedó viudo y crió solo a sus seis hijos con gran esfuerzo y dedicación.
Inspirada por el reciente establecimiento del Día de la Madre, Sonora sugirió el 19 de junio (fecha del cumpleaños de su padre) como día para celebrar la paternidad. La primera conmemoración oficial tuvo lugar el 19 de junio de 1910, y aunque al principio no tuvo tanto eco como el Día de las Madres, la idea fue ganando fuerza con los años.
Fue en 1972, bajo la presidencia de Richard Nixon, cuando el Día del Padre fue declarado oficialmente como una celebración nacional en Estados Unidos, fijándose para cada tercer domingo de junio, una tradición que adoptaron muchos otros países, incluida la República Dominicana.
Más allá de su origen, el Día de los Padres se ha convertido en una oportunidad no solo para regalar corbatas o tarjetas, sino para reflexionar sobre el rol de los padres en la sociedad contemporánea: su presencia, su ejemplo, su apoyo emocional y su responsabilidad compartida en la crianza.
Hoy, en un mundo que cambia constantemente, la figura paterna sigue siendo un pilar fundamental. Celebrar el Día del Padre es también celebrar los valores que construyen familia, comunidad y humanidad.
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