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A la fecha, el Gobierno ha entregado miles de millones de pesos en asignaciones especiales a los ayuntamientos a través de la Liga Municipal Dominicana, pero los resultados han sido decepcionantes. Muchos se preguntan por qué, y la respuesta puede encontrarse en las evaluaciones de desempeño del gabinete municipal dominicano —es decir, de la Liga Municipal, la Federación Dominicana de Municipios (FEDOMU) y la Federación Dominicana de Distritos Municipales (FEDODIM)—.
Al observar la forma “medalaganaria” en que se ejecutan muchos proyectos, concluimos que es urgente una evaluación pormenorizada para determinar la verdadera utilidad de estas instituciones y el nivel de servicio que brindan en materia de fiscalización y control del manejo municipal.
Es una pena que, pese a las cuantiosas transferencias del Gobierno, los mecanismos de supervisión, vigilancia y ejecución —la Liga Municipal, los ayuntamientos, los distritos municipales y las organizaciones asociadas como FEDOMU y FEDODIM— estén más enfocados en consumir nóminas multimillonarias que en resolver los problemas de sus comunidades. Alcaldes y directores distritales que forman parte de comités ejecutivos cobran salarios elevados y dietas por reuniones mensuales, mientras sus demarcaciones siguen en el abandono.
¿Para qué sirven entonces estos organismos, si no son capaces de ejecutar con eficiencia el presupuesto asignado ni de cumplir con los compromisos para los que fueron electos o constituidos? Es inaceptable que funcionarios públicos, sin importar su nivel, asuman la función pública como si fuera propiedad privada, manejando los recursos del Estado al margen de los procedimientos y normas establecidas.
FEDOMU, FEDODIM y otras instituciones municipales parecen haberse convertido en estructuras para manejar decenas de millones de pesos mensualmente, sin una rendición de cuentas clara. Por eso, hago un llamado de atención: es momento de reflexionar y entender que no se trata solo de ocupar cargos, sino de cumplir con el rol prometido al asumir la responsabilidad pública, dejando atrás las defensas triviales y las excusas estériles.

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