![]() |
| Por: Ángel Mendoza |
EDITORIAL | EL PORTAL NEWS RD
La reciente detención de un menor de apenas 13 años, conocido como “Ángel el Diablón”, señalado como cabecilla de una banda delictiva en el sector de Villa Faro, Santo Domingo Este, debería provocar una profunda reflexión nacional. No estamos ante un caso aislado, sino frente a la alarmante evidencia de que la delincuencia está penetrando a edades cada vez más tempranas, con la anuencia pasiva de un sistema que ha dejado de proteger a su niñez.
Mientras las redes sociales convierten el caso en tendencia, como si se tratara de un simple espectáculo, la sociedad dominicana parece no comprender la magnitud del problema. Un niño de 13 años no debería tener en sus manos un arma, ni liderar a otros menores en acciones criminales. Sin embargo, esa es la realidad que hoy nos golpea.
El fenómeno de los niños delincuentes tiene raíces profundas. En muchos hogares ya no existe autoridad ni supervisión; los valores se han diluido entre pantallas, música de calle y ejemplos distorsionados de “éxito rápido”. El barrio se ha convertido en escuela de criminalidad, donde los modelos a seguir no son los maestros ni los profesionales, sino los delincuentes que exhiben dinero, poder y motos en redes sociales.
A esto se suma el fracaso del Estado en su función de prevención y protección. El sistema de bienestar infantil no está cumpliendo su rol, y la aplicación de la Ley 136-03, que debía garantizar derechos y reinserción social, se ha convertido en una especie de escudo para menores reincidentes que delinquen con plena conciencia de impunidad.
Es urgente una revisión profunda de esa ley. No para criminalizar la infancia, sino para adecuarla a la realidad actual, donde muchos adolescentes cometen delitos graves y, sin embargo, vuelven a las calles en cuestión de horas. La niñez necesita protección, sí, pero también disciplina, límites y consecuencias.
Como sociedad, debemos rescatar el rol de la familia, fortalecer la educación en valores y crear verdaderas oportunidades para los jóvenes. De lo contrario, seguiremos criando generaciones de niños sin rumbo, sin guía moral y sin futuro.
El caso de “Ángel el Diablón” no debe verse como un simple suceso policial, sino como el reflejo más crudo de lo que hemos permitido que ocurra. Si hoy un niño de 13 años dirige una banda armada, ¿qué nos espera mañana?

0 Comentarios