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| Dra. Jorleny Pilier |
En los últimos días han ocurrido varios acontecimientos que, sorprendentemente, han pasado casi desapercibidos para muchos. O al menos, eso es lo que aparenta. Veamos:
Primero: un gran porcentaje de nuestros docentes reprobó las evaluaciones. Este hecho debería encender alarmas, pues son ellos quienes tienen en sus manos la formación de las futuras generaciones.
Segundo: vivimos un apagón semi nacional —semi porque, excepto Punta Cana, prácticamente todo el país quedó a oscuras— y, hasta hoy, seguimos sin una explicación oficial que lo justifique.
Tercero: el dólar alcanzó los 64.40 pesos dominicanos y, aun así, parece que a nadie le inquieta.
Cuarto: la falta de educación vial es cada vez más evidente. No es casualidad que el 41.7% de las muertes violentas en República Dominicana estén relacionadas con accidentes de tránsito.
Ante este panorama, me surgen varias preguntas:
¿Estamos tan agotados como sociedad que ya nada nos sorprende, y hemos adoptado la frase “que pase lo que Dios quiera” como forma de vida?
¿Es más importante un reality show que lo que ocurre en nuestro propio país?
¿O será que vivimos en una profunda confusión de prioridades y ya no sabemos distinguir qué merece nuestra atención?

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