El tiempo en la sala de espera: una herida silenciosa en nuestras emergencias hospitalarias.

El Portal News RD 🇩🇴

 Por: Alfrin Báez Mercedes

En la sala de espera de una emergencia hospitalaria, el reloj no solo marca minutos: marca angustias. Cada segundo se convierte en un recordatorio punzante de que la vida, frágil y vulnerable, está suspendida en un limbo administrativo, médico y, en ocasiones, burocrático.

La escena es conocida por demasiados dominicanos: un paciente llega con dolor evidente, una madre sostiene a su hijo con fiebre alta, un anciano respira con dificultad… y, sin embargo, todos permanecen sentados, mirando una puerta que se abre y se cierra con parsimonia, como si del otro lado la urgencia pudiera esperar.

No es un simple problema de logística o de personal. Es el reflejo de un sistema que, aunque ha avanzado en infraestructura y cobertura, aún tropieza en lo esencial: la capacidad de responder con celeridad cuando la vida está en juego. No basta con inaugurar hospitales y cortar cintas; el verdadero progreso se mide en minutos salvados, no en discursos pronunciados.

El retraso en emergencias no solo tiene consecuencias médicas, sino también morales. Una sociedad que acepta que sus enfermos aguarden sin atención inmediata es una sociedad que, poco a poco, normaliza la indiferencia. La filosofía nos recuerda que la dignidad humana es inviolable; permitir que esta se diluya entre formularios, trámites y falta de personal es un acto de abandono colectivo.

Quienes amamos este país no podemos resignarnos. El bienestar social exige no solo leyes y presupuestos, sino también un compromiso ético con el tiempo de cada paciente. Porque en un hospital, cinco minutos pueden ser la diferencia entre la esperanza y el duelo.

Hoy, más que nunca, necesitamos recordar que la salud pública no es un favor del Estado al ciudadano, sino un derecho. Y como todo derecho, debe ejercerse sin dilaciones injustificadas.

En nuestras manos y en nuestra conciencia está la decisión de que la próxima vez que un dominicano cruce la puerta de una emergencia, lo reciba un equipo listo para actuar, no una fila para esperar.



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